Sábado por la noche. Las luces encendidas de la calle alumbran todo Valladolid. Un Valladolid vacío. Sin ruidos. Un Valladolid en silencio. Y seguramente un Valladolid lleno de gritos, de voces, de música, de borrachos, de parejas, de amigos..en algún otro rincón alumbrado.
Desde aquí, desde este rincón de mi habitación, un Valladolid vacío y silencioso.
Hoy, esta noche, disfruto del silencio más que nunca. Tan solo lo rompe de vez en cuando algún coche, o tal vez..algún portazo o una persiana. Huele a frío. Siento ya la llegada del otoño como algo inminente. Dentro de poco llegará el tiempo de las mantas, de los abrigos, de las bufandas y los guantes.
Aquí..todo llega. Todo pasa. Y Valladolid sigue vacío. Mi habitación esta vacía. Y hoy, tan solo hoy, disfruto del vacío. Del no tener a los mios cerca. De no tener ninguna llamada, ni ningún mensaje.
Hoy..tan solo hoy..disfruto de mí.
¿Seré egoísta?
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